Ida y vuelta

lunes, abril 03, 2006

Una mujer

La mujer a mi lado hablaba por teléfono. Tenía un gripazo y no podía evitar el juicio, iba de abogada como empresa, si fuera como trabajador podría haberlo evitado. Pero tenía un gripazo y estaba todo planeado: el juicio era a las once y a la una estaría otra vez en casa. De treinta y algunos (no muchos) años, parecía desentonar desde un principio con el tipo de gente que suele montar en un autobús. Hombres con traje montan más a menudo y no da la sensación de que se están equivocando de lugar. Simplemente esta mujer no encajaba. Segunda llamada al móvil:

- No voy a estar en casa, ya te mandaré a alguien para que vaya a recogerlo, tú déjalo en la oficina.

Ya le mandaría a alguien. Lo repitió varias veces, como los buenos abogados, como los buenos hombres de negocios, como aquellos que saben que dominan la situación aunque se les venga el alud encima. Más tarde, en la misma llamada, o quizá en otra: "sí, esta tarde tengo preparación al parto, ya hemos empezado, pero no sé si iré, con el gripazo que tengo".

Habla demasiado bien para ir en un autobús, no utiliza latiguillos, ni expresiones callejeras, seguro que tiene un coche, un buen coche. Deja el móvil, lo guarda en el bolso. Pero no se pone a leer, ni a escuchar música, ni a tontear con el móvil (simplemente cuando termina de hablar, lo guarda), ni a rebuscar entre sus cosas, ni a mirar por la ventana. Simplemente espera.