Los niños de ahora
Cada vez que veo un niño viajando en autobús, seguramente a algún colegio lejos de su casa, trato de pensar cómo recordará cuando sea mayor estos trayectos de un lado a otro, rodeados de tanta y tan extraña gente. Una niña viajaba hoy con su madre, que seguramente no lleve mucho tiempo más en España que su joven hija. Como tantas otras veces que me encuentro a padres con sus hijos en el bus camino del colegio, la madre tenía un libro de texto entre las manos, con el que repasaba la asignatura de su pequeña. Ésta simplemente se resignaba a repetir de memoria las respuestas a las preguntas que le formulaba. Que si un líquido no tiene forma definida sino la del recipiente que ocupa, que si el gas se expande lo máximo posible, que si el estado sólido, que si la fusión, la condensación, la evaporación, la modorra que entra al ir en bus a las ocho de la mañana, que si el asiento es demasiado cómodo para estar despierto, más que asiento sillón para la muchacha, que si el traqueteo del vehículo y el ronroneo continuo que sube desde el motor... ¿Conocimiento del medio se llama ahora? La madre, paciente, con el libro de sexto de primaria entre sus manos, apelaba a la memoria de la hija, más paciente todavía, respondiendo a todas y cada una de las cuestiones que le eran planteadas.
Hasta aquí todo normal. En cierto momento, la madre se levantó, se preparó y siguió repasando unos minutos más con su niña. En la siguiente parada, vi sin embargo que sólamente una se bajaba del coche, la adulta. Miré atrás y observé que la hija aguardaba todavía en su asiento. Llegando a final de trayecto es cuando la hija se baja del autobús. Pienso en la odisea que pasará esa pequeña cada día para ir a un colegio: en cierto modo yo, como pasajero del bus, me sentía responsable de lo que le pudiera pasar hasta su bajada, y aún más allá, cuando tomara el metro nosecuántas estaciones hasta alcanzar la escuela. ¿Cuándo regresará a casa? ¿Por la tarde? ¿Cuándo volverá a ver a su madre? ¿Ya de noche, si sigue despierta? ¿Cuándo se ha levantado? Yo lo he hecho a las siete y media de la mañana, y al subir al bus ya estaba en su sitio.
Hasta aquí todo normal. En cierto momento, la madre se levantó, se preparó y siguió repasando unos minutos más con su niña. En la siguiente parada, vi sin embargo que sólamente una se bajaba del coche, la adulta. Miré atrás y observé que la hija aguardaba todavía en su asiento. Llegando a final de trayecto es cuando la hija se baja del autobús. Pienso en la odisea que pasará esa pequeña cada día para ir a un colegio: en cierto modo yo, como pasajero del bus, me sentía responsable de lo que le pudiera pasar hasta su bajada, y aún más allá, cuando tomara el metro nosecuántas estaciones hasta alcanzar la escuela. ¿Cuándo regresará a casa? ¿Por la tarde? ¿Cuándo volverá a ver a su madre? ¿Ya de noche, si sigue despierta? ¿Cuándo se ha levantado? Yo lo he hecho a las siete y media de la mañana, y al subir al bus ya estaba en su sitio.