Ida y vuelta

domingo, noviembre 13, 2005

Mucho cuento

Ayer tomé el autobús de madrugada, serían las cinco de la mañana, o las cinco y media. Me senté al lado de la ventana y enseguida me puse a leer las Conversaciones con Billy Wilder de Cameron Crowe, el libro que no puedo dejar de leer desde que me lo compré el jueves. Tan absorto estaba que sólo me di cuenta de que el bus había hecho una extraña parada cuando los comentarios de la gente superaban su nivel habitual. Resulta que estábamos parados porque había dos coches entorpeciendo la circulación en la carretera: había habido un accidente. Un taxi había chocado contra otro coche. El condutor del autobús se asomó a la puerta y pidió que se quitaran de enmedio, el taxista le dijo que habían tenido un accidente y que de ahí no se movía hasta que no viniera la policía. Siguió una acalorada discusión entre los dos: uno le reprendía el accidente, otro que tenía que llevar a 60 personas a su destino. He de decir que la actitud del "autobusero" me pareció sorprendente: ¿cómo es posible que le dijera de forma tan ruda que se apartaran cuando acababan de tener un accidente? Es entonces cuando empecé a hacer caso de los comentarios de la gente: se había formado un corrillo de personas hablando, cada una desde su asiento: el pretendido accidente había sido un pequeño rasguño. Un pasajero (no sé si borracho o no) se levantó a cantarle las cuarenta al taxista, hasta que el del bus le quitó de enmedio . Aquél, a regañadientes, tuvo que quitar el taxi. ¿Empujando? No, encendiendo el motor, metiendo la marcha y apartándolo de la circulación. Ya estábamos dispuestos a marcharnos cuando apareció otra vez el taxista, esta vez pegado a la ventana del asiento del conductor del bus: "ésa es la solidaridad que demostramos; la próxima vez, cuando tengas tú un accidente, a ver qué solidaridad demuestras", etc., etc. ¿Solidaridad? ¿Solidaridad por un rasguño? Las palabras bonitas no hacen a uno más importante por utilizarlas más a menudo.

miércoles, noviembre 09, 2005

¿Globalizaqué?

Me senté cerca de tres chicos con aspecto magrebí. Éstos hablaban en voz alta en un idioma absolutamente desconocido para mí, en el que la pronunciación no tienen nada que ver con el español. Así que esta vez no podía estar atento a la conversación, que, por otro lado, era fácilmente escuchable por cualquiera que estuviera sentado en la mitad trasera del autobús. Como si fuera música, las voces de los tres chicos se mezclaban, interactuaban unas con otras, jugaban con los silencios, las cadencias: es en lo que te fijas cuando no puedes entender nada del galimatías de cualquier idioma desconocido. Pero en cierto momento el galimatías tomó forma y salió un "racismo" de entre la masa abstracta de sonidos. ¿Había oído en verdad esa palabra o era que algún vocablo del idioma aquél se asemejaba? Al poco le siguió un "hijoputa". Totalmente intrigado, presté más atención y pude oír varias veces "extranjeros", "cállate" y hasta un "no me toques los cojones".

Se bajan estos chicos y sube una negra. Se encuentra una conocida en el autobús y comienza de nuevo el baile de voces, aunque ahora los timbres y las cadencias son diferentes. Sorprendido por la lección anterior, procuro prestar atención a esta conversación, atención que pronto se ve recompensada con un "Jesus Christ". Debido a la época colonial, en muchos países africanos hablan inglés, no era la primera vez que oigo conversaciones en un idioma nativo ininteligible para mí entremezcladas con expresiones inglesas. Luego seguirá un "I eat 'chocolate' (esta palabra pronunciada en español), I eat rice". Pero el gran momento de la noche llegó cuando una de ellas pronunció un sonoro "joder".

No soy un experto en esto de las lenguas, pero comparándolo con el inglés, siempre he pensado que el español tiene una riqueza superior en cuanto a vocabulario malsonante.

miércoles, noviembre 02, 2005

Atasco

No es extraño que en la carretera haya atasco, sobre todo a las ocho de la mañana. Sentados en el autobús, las miradas de la gente parecen no existir, solamente son ojos que necesitan estar abiertos por si surge algo imprevisto. Caras de palo (como la mía) inundan los asientos en ese estado entra la vigilia y el sueño que es la ida al trabajo, más cuando se alarga por culpa del atasco. ¿Ocurrirá algo que les haga despertarse?

Sí, un accidente. La sola presencia de algo extraño ya hace que algunos miren hacia un mismo sitio, a través de la ventana; cuando se divisa la ambulancia son muchas las caras que se han girado hacia el mismo lado del bus para ver qué había sucedido, mirando con una atención que parecía difícil conseguir momentos antes. Pero hoy, sorpresas de la vida, ha habido obsequio especial: un cuerpo tendido en el suelo, semioculto entre dos miembros del SAMUR. Un hombre se ha levantado para poder verlo mejor, y el autobús, gracias al atasco, se mueve lentamente para que nos quedemos bien con la escena. Son ya menos los que siguen girando la cabeza para seguir viendo el "evento" mientras el autobús se aleja.

Pero, a los pocos segundos, todo el mundo ha recuperado su vieja cara de palo.